Cadena de frío: el viaje de una vacuna para salvar vidas

¿Cómo se transportan los medicamentos que salvan vidas, y que deben mantenerse fríos, a través de la jungla o desiertos para llegar a comunidades remotas?

Cada año, nuestros equipos vacunan a millones de personas, principalmente como respuesta a brotes de enfermedades como el sarampión, meningitis, difteria, tos ferina y fiebre amarilla.

Pero transportar y almacenar vacunas en una ‘cadena de frío’ en el calor tropical de muchos países donde trabajamos es un desafío inmenso y una de las principales causas de las bajas tasas de inmunización.

¿Qué es una ‘cadena de frío’?

En la actualidad, se recomienda mantener la mayoría de las vacunas a una temperatura de entre 2°C y 8°C desde el momento en que se preparan hasta que llegan a las y los destinatarios. Esta temperatura debe mantenerse en todo momento.

La estabilidad de una vacuna puede verse comprometida por la exposición a variaciones de temperatura, por ejemplo. Y si esto sucede, la vacuna puede perder parte o toda su efectividad (o, en terminología médica, su eficacia).

Mantener una cadena de frío continua en lugares con recursos limitados donde el suministro de energía no es confiable, o incluso inexistente, es una tarea muy difícil.

GAVI, la Alianza Mundial para Vacunas e Inmunización, un organismo que apoya el lanzamiento de nuevas vacunas en los países en desarrollo, estima que la mitad de las instalaciones médicas en los países más pobres del mundo no tienen ningún suministro eléctrico, y solo el 10 % cuenta con un suministro eléctrico confiable.

Las nuevas herramientas, como los refrigeradores solares, y las más antiguas, como los refrigeradores de queroseno, ciertamente pueden ayudar. Pero son muy costosos y mantenerlos también es todo un desafío.

Así llevábamos hielo para mantener frías las vacunas durante una campaña de vacunación en el territorio de Masisi, en la República Democrática del Congo. Agosto de 2014

¿Cómo funciona la cadena de frío de Médicos Sin Fronteras (MSF)?

1. Las vacunas se almacenan en un área refrigerada de nuestros grandes almacenes. En Bruselas, el almacén tiene 7.000 metros cuadrados y contiene medicamentos, vehículos, ropa quirúrgica y materiales para armar quirófanos portátiles.

2. Las vacunas se transportan en camión en una nevera forrada con hielo en caso de que haya un corte de energía.

3. Debido a la dificultad de mantener la temperatura necesaria durante el transporte, las vacunas se envían al terreno en aviones de carga. Fuera de las emergencias, todos los demás medicamentos y materiales se envían en barcos de carga debido a que los costos de envío son más baratos y hay un menor impacto ambiental.

4. El avión aterriza en el país y las vacunas pasan por la aduana.

5. Las vacunas se llevan a nuestras tiendas centrales, que pueden ser desde un almacén hasta un pequeño cobertizo. Las vacunas se colocan en una zona refrigerada o en un refrigerador grande que funciona con un generador eléctrico.

6. En nuestros proyectos, el equipo decide lo que necesita y el o la logista crea una solicitud para solicitarlo.

7. Los suministros de vacunas se transportan en una caja fría a bordo de vehículos de MSF y de esta forma llegan a los proyectos más pequeños de la organización, ubicados en ciudades y zonas rurales.

8. En países como República Democrática del Congo, las carreteras suelen estar llenas de barro y son intransitables para vehículos más grandes. En estas situaciones, las cajas frías se colocan en la parte trasera de las motos y se llevan al terreno.

9. Las vacunas llegan al lugar de destino y las y los pacientes reciben sus inyecciones.

¿Cómo solucionamos el problema de la cadena de frío?

La creciente evidencia muestra que algunas vacunas se pueden conservar de manera segura fuera de la cadena de frío durante ciertos periodos de tiempo. Este uso más flexible de la cadena de frío se denomina «cadena de temperatura controlada» (CTC) o «cadena de frío flexible».

Este enfoque tiene muchos beneficios potenciales, como el ahorro de costos, la prevención del daño de las vacunas causado por la congelación accidental y, lo que es más importante, facilita su acceso a los niños y niñas que viven en lugares remotos y que, de otro modo, permanecerían sin vacunar.

Sin embargo, muy pocos fabricantes de vacunas han publicado información sobre la estabilidad de sus vacunas o no las han estudiado más a fondo fuera de la recomendación típica de mantenerlas entre 2°C y 8°C.

Esto se debe, en parte, a que hay poca o ninguna necesidad de una cadena de frío más flexible en los países ricos, donde la refrigeración no presenta problemas y, por lo tanto, hay pocos incentivos para que las empresas farmacéuticas busquen la producción de vacunas más termoestables.

Una mujer recibe una vacuna para la fiebre amarilla en Kinshasa, en República Democrática del Congo. Agosto de 2016

La ‘cadena de temperatura controlada’

En la práctica, una cadena de temperatura controlada permite mantener una vacuna a temperatura ambiente, hasta un umbral determinado (por ejemplo, 40°C), durante un tiempo limitado previo a la aplicación de la vacuna.

Hasta esta ‘excursión’ de la cadena de frío, la vacuna debe seguir manteniéndose en la cadena de frío tradicional de 2°C a 8°C.

“En muchos lugares, a menudo llegas a un centro de salud, un lugar que debería estar lleno de niños y niñas, y encuentras que está totalmente vacío, sin personal ni nada. Entiendes por qué, cuando ves que la nevera para guardar las vacunas está rota y ningún niño o niña ha sido vacunado en meses” – Dina Hovland, Enfermera y Partera de MSF.

Este tipo de cadena frío tiene enormes beneficios durante las campañas de vacunación en lugares con recursos limitados. Las campañas masivas requieren el transporte de cientos o miles de viales de vacunas en cajas frías llenas de bolsas de hielo congeladas.

Si las campañas de vacunación pudieran liberarse de estas exigencias, se aliviaría considerablemente la carga de las personas encargadas de la vacunación, que a menudo tienen que caminar largas distancias, cargando cajas frías para llegar a las comunidades más remotas.

Sin la necesidad de cajas frías, se podría llevar más vacunas y, por lo tanto, vacunar a más niños y niñas con el mismo esfuerzo.

 

 

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