En el noreste de Nigeria, la pandemia de COVID-19 supone una amenaza catastrófica para miles de personas que ya sufren malaria, desnutrición y condiciones de vida deplorables en campos de refugiados.
"Teniendo en cuenta el grado de expansión de la epidemia en México, mantener a migrantes detenidos en las estaciones migratorias pone en serio riesgo la salud de estas personas", señala nuestro responsable de operaciones en el país. Hacinamiento, falta de atención médica y ausencia de medidas de prevención son algunos de los problemas.
La violencia extrema y prolongada ha forzado a casi 800.000 personas a huir, y se prevé que alcancen el millón. Ahora, la pandemia de coronavirus obstaculiza aún más la ayuda humanitaria que se necesita con urgencia. Lo explica Isabelle Defourny, nuestra directora de Operaciones.
Las condiciones de hacinamiento y la falta de saneamiento aumentan el riesgo de propagación. Seguimos brindando artículos de primera necesidad a cientos de familias desplazadas y adaptamos nuestra respuesta ante la amenaza del nuevo coronavirus COVID-19.
"Es vital aumentar la sensibilización entre la población sobre reglas básicas de higiene y cómo respetarlas, así como las medidas necesarias para crear barreras que impidan la transmisión", explica Abdoul-Aziz Mohamed, nuestro director ejecutivo para África Occidental y Central en Costa de Marfil.
La guerra en Siria cumple 9 horribles años. A pesar de la tregua, la lucha de la población continúa en el noroeste del país. Casi un millón de desplazados en cuatro meses, frio invernal y carencia de necesidades básicas como refugio y agua.
El hacinamiento y las terribles condiciones de vida en los llamados hotspots (centros de registro) de los campos de refugiados de las islas griegas proporcionan la tormenta perfecta para un brote del nuevo coronavirus COVID-19.