Gaza : entre el alivio y el pesimismo

Beit Hanoun, uno de los barrios de Gaza más castigados por los bombardeos. © Yann Libessart / MSF

Los equipos siguen luchando para poder tomarse un respiro. “Los heridos más graves necesitarán docenas de operaciones en los próximos meses,” explica el Dr. Jan Swinnen, cirujano vascular. “Hay muchas personas que han experimentado múltiples traumatismos: miembros destrozados, quemaduras de consideración, lesiones internas y problemas neurológicos, sin mencionar los aspectos psicológicos.” La comunidad médica palestina […]

Los equipos siguen luchando para poder tomarse un respiro. “Los heridos más graves necesitarán docenas de operaciones en los próximos meses,” explica el Dr. Jan Swinnen, cirujano vascular. “Hay muchas personas que han experimentado múltiples traumatismos: miembros destrozados, quemaduras de consideración, lesiones internas y problemas neurológicos, sin mencionar los aspectos psicológicos.” La comunidad médica palestina también es víctima del bloqueo. Los médicos especialistas, como los cirujanos plásticos, no pueden ejercer por falta de medios.
 
Casi 200 pacientes ya han sido admitidos en cuidados postoperatorios en el centro de la ciudad de Gaza, que MSF gestiona desde 2007. En Khan Yunis, 20 kilómetros al sur, donde las necesidades son parecidas, se ha abierto una segunda clínica. Las salas donde se hacen las curas y se hace fisioterapia siempre están llenas. Amal Daban lleva a su hijo de cinco años, Mohammad, cada día. Las heridas del niño requieren atención especializada. La pared de su habitación se le cayó encima cuando el edificio fue alcanzado por un torpedo fracturándole el fémur. Pronto será evacuado a Alemania para someterle a una osteosíntesis, una operación que no puede practicarse en Gaza. Son pocos los pacientes que tienen esta oportunidad. 
 
Las secuelas psicológicas son palpables
De los más de 2.000 muertos registrados durante la operación Marco Protector, más de 500 fueron niños. Las consecuencias psicológicas para los supervivientes son palpables. Van desde agitación anormal a silencio profundo. Bisan Daher, de 7 años, vivía en Shejaiya con sus padres, tres hermanos y dos hermanas. El 21 de julio un misil alcanzó su edificio. Rescatada tras más de seis horas enterrada entre los escombros, es la única superviviente. Los médicos ya no están preocupados por su herida en la frente, pero la atención de todo el mundo se centra en su silencio. “No puedo dejar de llorar cuando pienso en ella,” confiesa con voz rota, el enfermero Mohammed Wadi, que trabaja para MSF en Gaza desde hace siete años. “Veo a mi propia hija.”
 
“En cualquier conflicto los civiles se hubieran refugiado en masa en un país vecino,” declara Nicolas Palarus, coordinador de MSF durante el periodo de los enfrenamientos. “En Gaza, no hay ningún lugar seguro a donde ir. Todo el mundo se convierte en blanco potencial, lo que explica la elevada proporción de niños entre las víctimas.”
 
Los palestinos en Gaza ahora están condenados a reconstruir su propia cárcel, sobrevolada por gran cantidad de drones que emiten un ensordecedor zumbido. El limitado sector industrial local, en su mayoría construido a lo largo de la frontera con Israel, resultó muy afectado. El impacto económico sobre la producción y el empleo es considerable y la dependencia externa de Gaza se incrementará en los próximos meses.
 
Mientras que todo el mundo aprovecha este esperado respiro, el pesimismo es un sentimiento generalizado. “Nada se ha resuelto desde el punto de vista político y la situación en Gaza es todavía más precaria,” concluye Nicolas Palarus. “Para la población más que un periodo de posguerra, éste es un periodo entre dos guerras.”
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