República Democrática del Congo: «Meses después, todavía no pueden eliminar las manchas de sangre del suelo»

Una joven madre y su hijo esperan una consulta por desnutrición en el centro de salud Mayi Munene, Región de Kasai, República Democrática del Congo. Mucha gente en Mayi Munene todavía teme que el conflicto regrese a su aldea. © Marta Soszynska / MSF

El coordinador de emergencias de MSF, Jean-Pierre Amigo, que acaba de volver de la provincia de Kasai, describe aldeas quemadas, fosas comunes y la valija abandonada de una mujer.

Por Jean-Pierre Amigo, coordinador de emergencias de MSF en Kasai, República Democrática del Congo.
 
«El conflicto en la región de Kasai agarró a la gente por sorpresa, pero no hay dos historias iguales. En algunos lugares, los milicianos llegaron pacíficamente pare persuadir a la gente a que se uniera a ellos. Otros se despertaron con un ataque. Algunos aldeanos se enteraron de los ataques que ocurrían cerca y huyeron, dejando todo atrás.
 
En general, la población experimentó un nivel extremadamente alto de violencia. Meses después en un pueblo todavía no pueden eliminar las manchas de sangre del suelo. En otra aldea, todavía se pueden ver a niños jugando junto a restos humanos. Se han vuelto parte normal de su entorno. Algunas personas huyeron a la vecina Angola, otras a ciudades más grandes como Tshikapa. Otros pasaron tiempo escondidos en los bosques, en condiciones muy duras y con poco para comer.
 
 
Aquellos que eran de pequeños pueblos con granjas consiguieron sobrevivir con lo poco que tenían. La gente conoce bien su entorno: sabe dónde encontrar frutas y otros alimentos. Para la gente del pueblo, sin mecanismos similares, resultó más difícil. La localidad de Kabilengu se sobresaturó ya que hacia allí se desplazó gente de otras aldeas cercanas. Finalmente se quedaron sin comida. Kabilengu solía producir diamantes, por lo que la población no tenía los medios para generar otros recursos. Como resultado, los niveles de desnutrición que encontramos eran muy altos.
 
Pero muchos, donde sea que buscaran refugio, se vieron afectados por la malaria, ya que los mosquitos están en todas partes. Con la mayor parte de la región accesible ahora, la gente ha comenzado a regresar, incluso a las aldeas más afectadas, las que han sido saqueadas y quemadas por completo. El jefe local es a menudo el primero en ir para evaluar la situación y ver cuáles son las necesidades. Y las necesidades son enormes.
 
Cuando las personas llegan a sus pueblos de origen, tienen que construir de nuevo sus casas. Y tienen que hacerlo sin los materiales adeucados. Normalmente las casas están hechas de ladrillos de barro, pero ahora las población trata de utilizar planchas metálicas que no han sido quemadas. Cuando alcanzan el techo, solo disponen de la estructura de madera, ya que no hay la hierba seca utilizada generalmente para cubrir los techos porque no es la estación adecuada. Y debido a las lluvias, no pueden permanecer a la intemperie sin techo.
 
Muchos locales y casas locales fueron atacados y quemados durante el saqueo. ©Marta Soszynska/MSF

 
Sus herramientas, como machetes y azadas, fueron tomadas por los milicianos, que las utilizaron como armas. También faltan semillas, por lo que es muy difícil cultivar ahora. Y la mayoría del ganado ha sido saqueado o comido, muy a menudo in situ. En lugares como Kamako, los rastros de violencia son palpables en el paisaje. Más allá de la destrucción y las fosas comunes, al costado de un camino uno encuentra el equipaje abandonado de una mujer; una valija abierta de la que salen discos compactos de música… ¿Qué le pasó a la mujer? ¿Por qué está abierta la valija? ¿Logró escapar?

La sociedad se ha fragmentado y llevará tiempo sanar las heridas. 

Algunas personas no regresarán a sus lugares de origen a corto plazo. Han sufrido demasiado. A medida que aumentamos nuestra asistencia en las zonas rurales, tratando de conseguir que el sistema sanitario se funcional nuevamente, constato que la respuesta humanitaria ha sido muy inadecuada para una crisis de esta magnitud».
 
Los equipos médicos móviles de MSF viajan a pueblos y aldeas de la provincia de Kasai para tratar a personas que necesitan atención médica, en particular niños desnutridos, y reabastecer a los centros de salud locales con medicamentos y materiales. MSF también apoya tres centros de salud y un hospital en  la ciudad de Tshikapa. Entre junio y septiembre de 2017, los equipos de MSF en la provincia de Kasai realizaron más de 5.000 consultas pediátricas, más de 200 cirugías y han tratado a 155 personas por lesiones relacionadas con la violencia y a 30 víctimas de violencia sexual. Además, casi 1,000 niños menores de cinco años fueron tratados por desnutrición severa.
 
Mujeres y niños esperan la consulta por desnutrición en el centro de salud Mayi Munene, Región de Kasai, República Democrática del Congo. Mucha gente en Mayi Munene todavía teme que el conflicto regrese a su aldea. ©Marta Soszynska/MSF

 
En la provincia de Kasai central, MSF ha estado apoyando al Hospital Provincial de Kananga desde abril de 2017 y también ha establecido un servicio de asistencia a víctimas de violencia sexual en junio.
Mapa de los proyectos de Médicos Sin Fronteras en Kasai - October 2017

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