Lucas Molfino, el médico argentino que lidera la misión en Líbano explica nuestra respuesta a la explosión en Beirut

En esta entrevista, Lucas Molfino cuenta cómo actuamos desde Médicos Sin Fronteras tras la explosión en Beirut y cuáles son las principales preocupaciones actualmente, el impacto en los centros de salud y en la salud mental de la población.

Lucas Molfino es médico especialista en medicina interna y trabaja con Médicos Sin Fronteras (MSF) desde 2006. Su primera misión fue en el norte de Uganda, en la frontera con Sudán del Sur, y desde entonces ha trabajado junto a la organización en diferentes contextos: en post-conflicto en Liberia, en emergencias nutricionales en Etiopía y desde el año 2008 focalizándose en temáticas relacionadas con VIH/sida y Tuberculosis (TB), trabajando en Zambia, Camboya y Mozambique donde se desempeñó en distintos puestos de coordinación.

Desde julio de 2019 se desempeña como jefe de misión y coordinador médico en Líbano, donde MSF ofrece atención medica a refugiados sirios, comunidades libanesas de acogida y otros grupos vulnerables.

¿Cuáles son las actividades que lleva adelante MSF en Beirut para atender la emergencia tras la explosión del 4 de agosto?

Desde MSF realizamos un relevamiento de la situación y en base a esto decidimos que la mejor intervención a realizar era poner puestos fijos de atención en dos de los barrios más afectados: Karantina y Mar Mkhayel. Allí estamos haciendo curaciones básicas para descongestionar a los hospitales y que ellos puedan dedicarse a los casos de mayor complejidad. Tenemos equipos móviles que, a partir de los puestos fijos que ubicamos en los barrios, se desplazan por los distintos edificios de las áreas afectadas, puerta a puerta, para ver las necesidades de las personas que están en sus casas.

Tras la explosión, un equipo de Médicos Sin Fronteras está realizando visitas puerta a puerta a los vecinos del barrio de Karantina, Beirut.

Una carga muy importante para la salud pública en Medio Oriente, y en Líbano en especial, son las enfermedades no comunicables, entonces lo que hicimos fue tratar de asegurar la continuidad del tratamiento de todos los pacientes con las principales dolencias de este grupo; tales como hipertensión, diabetes, y enfermedades respiratorias. Lo hacemos a través de consultas rápidas y la provisión del tratamiento, ya que hay muchas personas que perdieron sus viviendas o no pudieron continuar con el tratamiento por las consecuencias de la explosión.

Una actividad clave en nuestra respuesta a esta catástrofe es la salud mental.  La incorporamos en los distintos niveles de nuestra intervención, a través de equipos que se desplazan puerta a puerta como así también en los puntos fijos ofreciendo ayuda psicológica temprana, cuyo objetivo es reducir el riesgo de problemas psicológicos a largo plazo. Recientemente hemos integrado la atención psiquiátrica refiriendo pacientes a los centros de salud y hospitales.

En un primer momento llevamos adelante la distribución de agua en distintos puntos de las zonas afectadas y distribuimos kits de higiene.

Parte del equipo de Médicos Sin Fronteras instalando contenedores de agua tras la explosión en Beirut, en el barrio de Gemmayzeh.

¿Cómo es el estado de la pandemia del nuevo coronavirus en Líbano y cómo están atendiendo ambas situaciones?

Líbano está en una fase de transmisión comunitaria del COVID-19 con más de 14.937 casos y 146 fallecidos según datos del 28 de agosto de 2020. La pandemia está afectando a todo el país por igual, no hay una zona de afectación específica.

Desde MSF, estamos contribuyendo a la respuesta global al COVID-19, junto con el Ministerio de Salud del país, la Organización Mundial de la Salud (OMS) y otras agencias que trabajan en salud. En nuestros proyectos regulares adaptamos nuestras actividades con estrictas medidas de control de infecciones, además nos centramos en reforzar medidas de promoción de la salud y otras medidas  de prevención. También participamos en campañas de testeo y búsqueda de contactos cercanos.

Un informe de la OMS asegura que el 50% de los centros de salud de Beirut no funcionan luego de la explosión. ¿Qué es lo más urgente en este momento?

Hubo tres hospitales, el Karantina, el Saint George Hospital University Medical Center y el Geitaoui que sufrieron importantes daños estructurales a raíz de la explosión. Se necesita de todo: primero, rehabilitar la infraestructura de los hospitales; después, medicinas, equipos y refuerzo de personal. También es importante agregar otras actividades a los centros de salud, como atención de salud mental, que antes no estaba presente en los centros de atención primaria.

¿Cuál ha sido el impacto en salud mental y cómo ha trabajado MSF ese aspecto?

El impacto en salud mental fue gigantesco luego de la explosión. Todavía es difícil medirlo pero el feedback de los equipos que están en el terreno es que hay mucho trabajo para hacer en este sentido y hay mucha demanda, así que estamos cada vez más focalizados en brindar esa atención.

¿Cómo evaluas la respuesta de la sociedad civil frente a la tragedia?

Ha sido fantástica. Creo que en este momento de crisis la solidaridad que se expresó entre libaneses, entre refugiados sirios y palestinos, todos tratando de ayudar, de dar una mano, es quizás el punto más positivo de toda esta situación.

¿Hay alguna otra preocupación en materia de salud que se sume a la contingencia de la explosión?

Los temas a los que se le debe prestar atención ahora son el COVID-19 y la situación económica,  por el impacto que esta última tiene en el sistema de salud. El sistema de salud libanés es bastante complejo y con el deterioro de la situación económica, se genera un problema de acceso a la atención médica para muchas personas. Pero este no es el único desafío: el deterioro económico pone en jaque el abastecimiento de los hospitales, que requieren de equipamiento y  medicamentos para diversas enfermedades.

El testimonio de Lucas Molfino 

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