Mientras la hambruna se avecina en el sur de Madagascar, pedimos un aumento masivo de la ayuda alimentaria de emergencia

Se necesita urgentemente un aumento masivo e inmediato de la ayuda alimentaria para la población del sur de Madagascar. Nuestros equipos en la región son testigos de una crisis de desnutrición excepcionalmente severa que en algunos lugares roza la hambruna.

«Vemos a personas totalmente desamparadas que literalmente no tienen nada para comer y se encuentran al borde de la muerte«, dice Julie Reversé, nuestra coordinadora de operaciones en Madagascar. «Algunas han tenido que vender sus utensilios de cocina y ni siquiera tienen recipientes para buscar agua«. 
 
En algunos pueblos del distrito de Amboasary, en la región de Anôsy, nuestros equipos han descubierto que en un promedio del 28% de los niños menores de cinco años padecen desnutrición aguda, y un tercio de ellos y ellas padecen desnutrición severa y, por tanto, corren un alto riesgo de muerte. Según las últimas cifras publicadas por el sistema de vigilancia de la nutrición de Madagascar, las agencias de la ONU y organizaciones similares que trabajan en la región, 74.000 niños y niñas de la región sur de Madagascar sufren desnutrición aguda, 12.000 de ellos y ellas tienen desnutrición severa, lo que supone un aumento del 80% en comparación con el último trimestre de 2020. Se considera que casi 14.000 personas de Amboasary, uno de los distritos más afectados, se están muriendo de hambre.

El MUAC (siglas en inglés de middle-upper arm circumference) es una forma rápida de identificar a los niños y niñas en riesgo de desnutrición. El medidor proporciona un número e indica la gama de colores. Madagascar, abril de 2021

«Un indicador alarmante es que las 2.200 personas que tratamos por desnutrición aguda desde finales de marzo incluye a niños menores de cinco años, pero también a adolescentes y personas adultas«, dice Reversé.
 
Una combinación única de factores ha sumido al sur de Madagascar en esta crisis. La peor sequía de los últimos 30 años ha causado estragos en la agricultura; las tormentas de arena causadas por la deforestación han cubierto gran parte de la tierra cultivable de arena, destruyendo incluso fuentes de alimento como la fruta de cactus, que normalmente se consume como último recurso; y el COVID-19 ha tenido un efecto indirecto en la economía de la isla. En relación con la consiguiente escasez de alimentos, se ha registrado un aumento de los ataques, asaltos y robos de ganado, propiedades y alimentos. Otros factores son el aumento de los contagios de malaria y la falta de acceso a la atención médica y al agua potable, que han agravado aún más la situación sanitaria.
 
Debido a la falta de recursos, las distribuciones de alimentos por parte del Programa Mundial de Alimentos (PMA) y otras organizaciones de ayuda se limitan a raciones de medio día, mientras que algunos pueblos afectados no reciben ningún tipo de ayuda alimentaria. Esto es aún más preocupante ya que es probable que el acceso a los alimentos sea un problema aún mayor en los próximos meses, con poca o ninguna cosecha prevista en junio y el inicio de la temporada de escasez en octubre.

Maraignavy (37 años) y sus cinco hijos, quienes sufren desnutrición, y caminaron durante cuatro horas desde Ambohimaivo para llegar a nuestra clínica móvil en Ranobe. Dice:

 
Llevar la ayuda a las personas que la necesitan es todo un reto. La geografía de la isla presenta sus propias limitaciones, y las regiones semiáridas del sur tienen muchos pueblos remotos y pocas carreteras pavimentadas. Se necesitan al menos tres días para conducir desde la capital, Antananarivo, hasta la ciudad principal en el distrito de Amboasary, y desde allí pueden tomar muchas horas a lo largo de pistas y senderos para llegar a las aldeas más remotas. Además, a mediados de marzo las autoridades introdujeron restricciones para ingresar a Madagascar y viajar dentro del país debido a la pandemia de COVID-19.

“Cientos de miles de personas en el sur de Madagascar dependen casi totalmente de las ayudas alimentarias. Un esfuerzo sustancial, no solo financiero, sino también logístico y humano, es vital para garantizar entregas regulares de raciones de alimentos en cantidades suficientes durante un período de varios meses. Se debe facilitar el viaje de las y los trabajadores humanitarios garantizando vuelos regulares para entrar y moverse por el país. Toda una población, distribuida en áreas vastas y remotas con muy poca infraestructura, necesita desesperadamente soporte vital. El tiempo corre«.

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