«Mi hijo estaba gravemente herido y no tenía esperanzas de que se recuperara, ya que incluso su hígado estaba hecho pedazos«, cuenta Fátima, madre de un paciente ingresado en el hospital de trauma de Médicos Sin Fronteras (MSF) en Kunduz, en Afganistán, en julio de 2025. «El personal del hospital hizo todo lo posible para ayudarlo a recuperarse, cuidándolo día y noche. Estoy agradecida por el hecho de que tenemos este hospital«.
Sin embargo, casi diez años antes, durante la noche del 3 de octubre de 2015, durante más de una hora, el centro de traumatología de Kunduz fue objeto de intensos y prolongados ataques aéreos estadounidenses.
El edificio principal del hospital fue golpeado con precisión y repetidamente. Este albergaba la unidad de cuidados intensivos, las salas de emergencia, el laboratorio, los rayos X. Además, tenía el departamento de pacientes ambulatorios, la sala de salud mental y fisioterapia.
Cuando se apagó el fuego, el polvo se había despejado y se estableció contacto con las personas sobrevivientes. 42 personas estaban muertas, incluyendo a 24 pacientes, 14 empleados de MSF y cuatro cuidadores de pacientes.
Los pacientes se habían quemado en sus camas, las personas habían sido decapitadas o habían perdido extremidades. Otros habían recibido disparos desde el aire mientras intentaban escapar del edificio en llamas.
El ataque aéreo al hospital de MSF en Kunduz

Hasta la fecha, este es el ataque más mortífero que se ha perpetrado contra una de nuestras instalaciones.
El Dr. Sayed Hamed Hashammy, que trabajaba como cirujano en uno de los quirófanos la noche del ataque, visitó el hospital dos semanas después del atentado. Describió lo que vio:
«Todo estaba quemado. El quirófano donde había estado trabajando la noche del ataque tenía agujeros en el techo y las paredes. Las botellas de oxígeno y la mesa de operaciones estaban hechas pedazos. El tiempo se había congelado: se podía sentir el momento en que todos habían dejado de trabajar».
Dr. Sayed Hamed Hashammy.
La pintura se había ampollado y despegado de las paredes por el calor de las llamas. Había piezas de metal grotescamente distorsionadas mezcladas con escombros en el piso, y el techo estaba abierto al cielo en algunos lugares. Las actividades médicas de MSF en el noreste de Afganistán habían cesado.
El hospital antes del ataque

El proyecto de MSF en Kunduz comenzó en agosto de 2011 como un hospital de 55 camas. Brindamos atención quirúrgica urgente y tratamiento de seguimiento a personas con lesiones traumáticas por explosiones de bombas, metralla y heridas de bala debido al conflicto en curso.
Antes de que abriera el hospital, las personas de la región que sufrían lesiones graves se veían obligadas a hacer viajes largos y peligrosos a Kabul o Pakistán, o visitar costosas clínicas privadas.
Una vez en funcionamiento, la instalación creció rápidamente a 70 camas, y en 2015 era una instalación de 92 camas. El hospital de Kunduz era el único centro especializado en traumatología del norte de Afganistán.
El hospital de MSF en Kunduz en medio de la guerra

En septiembre de 2015, los combates en Kunduz se intensificaron cuando las fuerzas talibanes entraron y finalmente tomaron el control de la ciudad. Solo para luego perderla nuevamente unas semanas después.
El hospital estaba en la línea del frente y por ello estaba lleno de personas heridas. Por esta razón aumentamos el número de camas a 110 y luego a 150.
Había tantos pacientes a finales de mes que estaban siendo tratados en consultorios, en salas de examen y estaban siendo estabilizados en colchones en el suelo. Durante todo este tiempo, el centro de trauma permaneció abierto, incluso cuando el control de la ciudad cambió.
«Estábamos inmensamente orgullosos de tratar a todos, mujeres, hombres, niñas, niños, independientemente de su origen étnico o afiliación política«, dice el Dr. Esmatullah Esmat, quien sobrevivió al ataque y hoy trabaja como asesor médico adjunto del proyecto para el centro de trauma de Kunduz.
Las consecuencias del cierre forzado

Después del ataque, el hospital quedó destruido en gran parte y fuera de servicio. El acceso a la atención médica de emergencia se redujo significativamente para miles de personas en el momento en que más lo necesitaban.
Tardamos más de un año en comenzar a brindar atención médica nuevamente en la ciudad de Kunduz. Y aún más tiempo en reiniciar la atención de trauma. En el período intermedio, el hospital regional de Kunduz trabajó arduamente para tratar de llenar las brechas.
MSF continuó apoyando al Puesto Avanzado del Distrito (DAP) en el distrito de Chahardara (otro distrito de Kunduz). Este se encontraba en territorio controlado por la oposición.
Las enfermeras brindaron atención inmediata a los pacientes heridos o lesionados, pero ya no fue posible derivarlos al centro de trauma de Kunduz. Solo se disponía de atención básica y se cortó un salvavidas.
Después del ataque: duelo, búsqueda de respuestas y reconstrucción

Como organización, necesitabamos comprender lo que había sucedido y procesar la pérdida de pacientes, amigos y colegas.
El ataque se produjo a pesar de que MSF compartía las coordenadas GPS del hospital con el Departamento de Defensa de Estados Unidos, el Ministerio del Interior y Defensa afgano y el Ejército de Estados Unidos en Kabul.
Posteriormente, a pesar de las conversaciones con las autoridades estadounidenses y afganas a todos los niveles, no estabamos satisfechos de que las partes involucradas pudieran llevar a cabo una investigación independiente e imparcial.
Ante esto, pedimos a la Comisión Internacional Humanitaria de Encuesta que emprendiera una investigación independiente. Sin embargo, sin el acuerdo de los gobiernos de Estados Unidos y Afganistán no podría proceder. En noviembre de 2015, publicamos nuestra propia revisión interna.
En enero de 2017, decidimos seguir adelante con la construcción de un nuevo hospital de trauma en un sitio diferente de la ciudad. Una vez que se obtuvo y desminó el terreno, la construcción comenzó a fines de 2018.
Paralelamente, en julio de 2017, abrimos una pequeña clínica ambulatoria en Kunduz para personas con heridas y lesiones menores relacionadas con traumatismos, pero lamentablemente cerró en abril de 2020 durante la pandemia de COVID-19 y no volvió a abrir.
Cuando los combates se intensificaron en Kunduz en 2021, los equipos de MSF, que aún esperaban que se completara la construcción de la nueva instalación, establecieron una unidad temporal de trauma de 25 camas en su oficina para tratar a los heridos de guerra.
Un nuevo comienzo en Kunduz

Finalmente, el lunes 16 de agosto de 2021, trasladamos a todos los pacientes de la unidad de trauma improvisada al nuevo centro de trauma de Kunduz.
En palabras de uno de los médicos que trabajaban allí en ese momento: «Estamos haciendo nuestro trabajo médico mientras la construcción aún está en marcha, pero la velocidad a la que todo el equipo de construcción y otros están arreglando las cosas es bastante sorprendente«.
A medida que la calma se apoderó de la ciudad con el final de los combates, los tipos de atención que necesitaban los pacientes comenzaron a cambiar. En lugar de heridas de bala y explosiones de bombas, el equipo vio accidentes de tráfico cuando las personas se sentían más seguras para moverse.
Estos cambios han continuado. En 2023 se inició un programa de administración de la resistencia a los antimicrobianos y en 2025 se introdujeron actividades de atención a las quemaduras.
El centro de trauma hoy

El nuevo centro de trauma de Kunduz existe hoy en un país que ya no está en guerra pero que lucha con otros desafíos. El centro cuenta con:
- una sala de emergencias
- una unidad de cuidados intensivos
- departamentos para pacientes hospitalizados y ambulatorios
- quirófanos
- espacio para fisioterapia
El centro de trauma tiene 79 camas y brinda atención integral a pacientes con lesiones traumáticas por caídas, accidentes de tráfico, municiones sin explotar y más.
Entre enero y junio de 2025, atendimos a 10.253 pacientes en la sala de emergencias de la instalación y se realizaron 3.197 intervenciones quirúrgicas.
«La ciudad de Kunduz hoy es diferente de la ciudad de Kunduz en 2015, al igual que la naturaleza de las lesiones traumáticas ha cambiado. Pero una cosa que nunca cambiará es que como MSF tratamos a todos de acuerdo con sus necesidades médicas. No distinguimos en función de la raza, el género, el origen étnico, las creencias religiosas o la afiliación política de un paciente».
Emilie Buyle, coordinadora de proyectos de MSF en Kunduz.
Abdul Maqsood, Abdul Salam, Mohibullah, Naseer Ahmad, Mohammad Ehsan Osmani, Lal Mohammad, Najibullah, Shafiqullah, Aminullah Bajawri, Abdul Satar Zaheer, Ziaurahman, Abdul Nasir, Zabiullah y Tahseel. Ellos y los demás que murieron ese día vivan en nuestros recuerdos.