Congo: tratar casos de Ébola en condiciones extremas

© Gabriele François Casini/MSF

El brote de Ébola declarado el pasado agosto en la provincia de Ecuador, en el norte de la República Democrática del Congo (RDC) aún no está bajo control.   Los equipos de emergencia, que incluyen a cerca de 60 miembros de Médicos Sin Fronteras (MSF), trabajan en condiciones muy duras debido a la falta de […]

El brote de Ébola declarado el pasado agosto en la provincia de Ecuador, en el norte de la República Democrática del Congo (RDC) aún no está bajo control.
 
Los equipos de emergencia, que incluyen a cerca de 60 miembros de Médicos Sin Fronteras (MSF), trabajan en condiciones muy duras debido a la falta de carreteras en la zona y a la desinformación de las comunidades sobre la enfermedad y sobre el riesgo de no tratar a quienes puedan haber entrado en contacto con el virus. Se han establecido dos centros de tratamiento, uno en Lokolia (con 40 plazas) y otro en Boende (10 plazas).
 
De acuerdo con las autoridades sanitarias, ha habido unos 70 casos –tanto posibles como confirmados- y han fallecido 41 personas. Desde el inicio de la intervención, se han registrado 42 ingresos en las instalaciones de tratamiento. De las 20 personas con infección confirmada en laboratorio, 12 han fallecido, una está en tratamiento y otras siete consiguieron vencer al virus y retornar a sus hogares. “No hay cura para el Ébola, pero si se trata adecuadamente a los pacientes, el cuerpo tiene tiempo de desarrollar inmunidad y vencer al virus”, explica Carolina Nanclares, responsable médica de MSF en Lokolia. Cuanto antes es tratado un paciente, mayor es su probabilidad de recuperarse, por lo que es de extrema importancia que el tratamiento se inicie en cuanto aparecen los primeros síntomas.
 
Uno de los mayores retos de la intervención consiste en sensibilizar a la población local. “Hay muchos conceptos erróneos y supersticiones sobre el Ébola y lo que sucede en los centros de tratamientos, y las medidas de precaución a menudo chocan con las costumbres locales. La población tiene cierta resistencia a los mensajes que comunicamos y es por eso que todos los actores implicados necesitan multiplicar la sensibilización en las comunidades. Hay que lanzar constantemente mensajes sobre medidas preventivas y sobre la importancia de identificar a tiempo los casos”, afirma Nanclares, “Para afrontar el reto resulta clave incrementar las actividades de sensibilización”, añade la responsable médica de MSF.
 
La vigilancia en aspectos como la búsqueda activa de personas con síntomas de Ébola para tratarlos lo más pronto posible, por un lado, y el seguimiento de los contactos de los posibles pacientes, por el otro, son fundamentales para limitar el alcance de la epidemia. Aunque MSF no es directamente responsable en este ámbito, está colaborando con el personal del Ministerio de Sanidad y la Organización Mundial de la Salud (OMS) para garantizar un sistema de vigilancia lo más eficaz posible. Sin embargo, MSF está aún preocupada por la imposibilidad de trazar un mapa del alcance actual de la epidemia.
 
“Se están haciendo muchos esfuerzos, pero el reto sigue siendo vencer la resistencia local a acudir a los centros de tratamiento, seguir los contactos y detectar a tiempo las muertes dentro de la comunidad para garantizar entierros seguros”, alerta Nanclares.
 
“En la primera fase de la intervención, las actividades se centraron en montar los centros de tratamiento, lo que resultó especialmente difícil en Lokolia porque no había ninguna estructura previa y hubo que partir de cero”, explica la integrante de MSF. “Desarrollamos otras actividades como prevención sanitaria y de higiene, transporte de pacientes a los centros, descontaminación de viviendas y preparación de cuerpos para enterrarlos de forma segura. También ofrecemos apoyo psicosocial a los pacientes y sus familias”, recalca.
 
A pesar de las duras condiciones y de los problemas y de comunicación y acceso que presenta la zona, MSF ha hecho llegar más de 54 toneladas de material y ha desplegado a casi 60 trabajadores humanitarios. “El acceso a las áreas afectadas es muy complicado”, explica Julien Binet, coordinador logístico del equipo. “Estamos en medio de la selva ecuatorial, las carreteras son escasas y están en malas condiciones. Donde no llegan los todo-terreno enviamos motocicletas o incluso piraguas, pero hay algunas aldeas totalmente aisladas. Todos estos contratiempos limitan mucho nuestra capacidad de comprobar la extensión real de la epidemia”.
 
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