«Cada día que transcurría pensaba que detener la epidemia era más difícil que ayer»

© MSF

Slije Lehne Michalsen fue dada de alta el pasado 20 de octubre Hospital Universitario de Ullevål en Oslo, tras ser atendida por infección de la fiebre hemorrágica del Ébola mientras trabajaba en Sierra Leona.

Me llamo Slije Lehne Michalsen, soy médica y trabajadora humanitaria de Médicos Sin Fronteras (MSF).

El 2 de junio salí a terreno en mi primera misión con MSF. Ese día, llegué al hospital de Bo, en Sierra Leona, donde se suponía que iba a trabajar con la fiebre de Lassa, el primo desconocido, olvidado y un poco menos peligroso del Ébola.

Apenas un días antes, se había identificado el primer caso de Ébola en Sierra Leona. Durante los meses siguientes, el Ébola se propagó por el país y mi trabajo en el hospital fue, gradualmente, estando más relacionado con esta enfermedad. Construimos un nuevo centro de Ébola en Bo, fue allí donde trabajé las últimas dos semanas antes de caer enferma.

El 4 de octubre, me sentí mal cuando llegué a casa tras volver del trabajo. Comprobé mi temperatura y descubrí que tenía una ligera fiebre. Me aislé en mi habitación y me hice una prueba de malaria que dio negativo. Al día siguiente me tomaron una muestra de sangre y di positivo por el virus del Ébola.

Al día siguiente me llevaron en avión a Oslo en una especie de incubadora hermética y a prueba de infecciones para proteger al personal que me acompañó. Estoy contenta de que me evacuasen tan rápido y sin problemas.

En el Hospital Universitario de Ullevål, me recibió un equipo fantástico de médicos y enfermeros que me han brindado un gran tratamiento, además de apoyo y aliento. Estoy sumamente agradecida por los cuidados que allí me proporcionaron.

Actualmente estoy sana y libre de poder contagiar la enfermedad. He tenido mucha suerte y, en realidad, no siento que haya tenido Ébola. Las personas que sufren y han sufrido la enfermedad en África han tenido, y la siguen padeciendo, una experiencia muy diferente a la mía.

Padecer Ébola en África occidental significa mucho más que sufrir los síntomas. Significa perder hermanos, padres y vecinos. Significa tener seis años y estar ingresado en un hospital sin una cara conocida a la vista; que tu familia sea estigmatizada, ser aislado en tiendas calurosas, con camas duras y personas falleciendo a tu alrededor. Y eso es solamente si tienes suficiente suerte como para ser ingresada en un centro para pacientes de Ébola.

Pasé tres meses en Bo viendo como el Ébola se acercaba cada vez más a mi localidad, a mi hospital, y se propagaba por el resto del país. Tres meses en los que asistí a una total falta de respuesta internacional; tres meses en los que me sentía cada vez más ansiosa y frustrada. Cada día retrocedíamos tres pasos; cada día transcurrido, la cantidad de personas infectadas aumentaba y, cada día que pasaba, pensaba que detener la epidemia era hoy más difícil que ayer.

Todos éramos conscientes de que el tiempo corría pero que el mundo no actuaba. No sucedía nada y nos sentíamos indefensos. Y el número de personas infectadas seguía aumentando.

Hoy, las conversaciones comienzan a ir más allá de las palabras y del dinero y a moverse hacia las acciones y la respuesta práctica en terreno. Esto es bueno pero esta reacción llega muy tarde. Me hubiera gustado que el mundo hubiese actuado hace varios meses; la batalla habría sido mucho más fácil de ganar. Se habría salvado muchas vidas y familias.

El tiempo no se detiene y más personas están falleciendo. Tenemos que actuar y tenemos que hacerlo ahora.

Veo que muchos se han ofrecido como voluntarias para acudir a África occidental. Resulta una excelente noticia y me alegro de que el hecho de que me haya infectado no os haya asustado. Os lo agradezco a todos muchísimo y os deseo buena suerte.

Finalmente me gustaría agradecer a mi familia y a amigos que me han apoyado estas últimas semanas. Gracias a MSF por toda la ayuda que nos ha proporcionado a mí y a mi familia. Gracias al Hospital de Ullevål por el excelente tratamiento y seguimiento.

Y gracias a los medios de comunicación por haber respetado mi deseo de permanecer en el anonimato. Me gustaría retarles a que cambien el foco y lo dirijan hacia donde tiene lugar el brote, que empleen el tiempo y los titulares en las historias y problemas que acontecen en África occidental, no aquí en Noruega ni en Europa.

Mi primera misión no resultó ser exactamente lo que esperaba pero espero poder volver al terreno tan pronto como sea posible.

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