Por Stefaan Maddens, nefrólogo de Médicos Sin Fronteras con el equipo de emergencia en Haití.
Tengo 47 años, y estoy especializado en nefrología. Esta es mi octava misión con Médicos sin Fronteras, pero es la primera vez que he llegado a una zona castigada por un terremoto.
Algo que sucede en los terremotos es que los heridos permanecen largo tiempo entre las ruinas de los edificios caídos. Al salir de los escombros con los músculos y los tejidos aplastados y dañados, muchas toxinas salen, por ejemplo, de la pierna, y se acumulan en la sangre, tanto que a veces los riñones no pueden eliminarlas todas y la única solución pasa por la diálisis.
El síndrome de aplastamiento es una insuficiencia renal aguda. Normalmente, los pacientes aplastados van a morir. Pero pueden sobrevivir si en un determinado momento la función renal se reinicia, y esto puede ocurrir después de 24 o 48 horas. En algunas ocasiones, los pacientes que sobreviven a un aplastamiento no recuperan la función renal, por lo que necesitarán ser tratados con diálisis toda su vida.
Tuvimos mucha suerte porque encontramos un centro de diálisis en el Hospital General. Aunque estaba bajo mínimos: no había agua, no había electricidad… Pero con la logística de Médicos sin Fronteras pudimos reactivarlo en 36 horas. Una vez que se estableció la unidad renal y pudimos comunicarlo a los médicos de la zona, empezó la afluencia de pacientes con síndrome de aplastamiento. El lunes tuvimos el primer paciente, el martes ya teníamos seis, el miércoles teníamos 11, el jueves 20…
Es difícil decir cuántos vendrán. Nuestras experiencias en terremotos de otros países nos indican que a veces hemos tenido que hacer diálisis a 300 o 400 personas. Esa es la razón por la que hemos decidido enviar más nefrólogos, más enfermeras, más equipamiento… Pensamos que tendremos aún que practicar diálisis a pacientes con síndrome de aplastamiento durante unas cuantas semanas por lo menos.
Es muy inusual que tantos días después del desastre todavía se encuentren pacientes aplastados, porque normalmente eso sucede al principio. Pero hemos visto cómo una gran cantidad de pacientes eran remitidos a nuestro centro con síndrome de aplastamiento varios días después del seísmo.
A veces se recuperan en 24 horas y solo necesitan una diálisis; a veces necesitan tres, cuatro, cinco, seis tratamientos; a veces se tarda tres semanas, y a veces nunca se recuperan.
Pero lo más importante que tenemos que hacer ahora es comunicar a todos los médicos que están trabajando aquí en Puerto Príncipe -no solo al personal de Médicos sin Fronteras, por supuesto, sino a todos los que están atendiendo a los pacientes heridos- que existe una posibilidad de tratamiento de la insuficiencia renal.
Tenemos una capacidad total de siete máquinas, y esto significa que podemos tratar hasta 35 pacientes al día. Para la mayoría de estas personas, esto significa realmente la salvación.