Alrededor de 90 personas han muerto a causa de las dos bombas lanzadas por el Ejército nigeriano, pero podrían ser muchos más, según fuentes locales. En Nigeria, más de tres millones de desplazados necesitan protección y seguridad.
La falta de atención médica y la suspensión de las campañas de vacunación podrían costar la vida a cientos de miles de niños y niñas, especialmente a quienes viven en zonas con crisis humanitarias.
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