La República Centroafricana (RCA) sigue inmersa en la incertidumbre y en una violencia acentuada por el golpe de estado que vivió el país hace año y medio. Los choques directos entre las milicias anti-Balaka y los grupos ex-Seleka han bajado de intensidad, pero siguen los combates y los ataques contra civiles, a veces a manos de criminales que actúan con impunidad.
Omar Ahmed acaba de volver tras una misión de dos meses en la ciudad norteña de Ndele, ubicada en una zona que durante años ha quedado desatendida por las autoridades y que en la actualidad alberga a unos 3.000 desplazados.
¿Ha bajado el nivel de violencia en la zona norte de RCA?
Cuando llegué acabábamos de ser víctima de un robo violento en nuestra sede que nos llevó a suspender la presencia de personal internacional durante dos semanas. En marzo uno de nuestros coches había sido asaltado a mano armada mientras volvía de la supervisión de los puestos de salud que apoyamos en la periferia, por lo que se suspendieron dichas salidas. La criminalidad es en buena parte fruto de lo que ha pasado recientemente en el país. Muchos de los jóvenes implicados en robos e incidentes violentos son originarios de la zona, a menudo soldados desmovilizados. En las últimas semanas la reorganización de las milicias ex-Seleka, interesadas en controlar los niveles de inseguridad en sus zonas, ha provocado un descenso en los episodios de robo y pillaje. En estos dos últimos meses se ha visto una mejora, se respira un poco más de calma, pero la gente aún tiene miedo, sobre todo a moverse entre ciudades. La gente está muy cansada de la violencia, pero se mantiene muy alerta y desconfía de la aparente tranquilidad.
¿Los desplazados se plantean regresar a sus lugares de origen?
La mayoría saben que no van a volver. En la ciudad de Ndele hay cerca de 3.000 desplazados y en general están echando raíces, en parte gracias a que muchos son musulmanes que tienen orígenes familiares o incluso parientes en esta región.
Al inicio del éxodo masivo muchos se iban a la ciudad de Bambari (situada más al sur y considerada la capital oficiosa dela zona de dominio Seleka), pero la persistencia de choques empujó a muchos hacia Ndele.
Ha habido cierta simplificación del conflicto en RCA como un choque religioso ¿Los habitantes del país apoyan esa visión?
Algunos líderes políticos y militares han promovido esa visión porque les resulta útil en sus objetivos, ya sea para forzar la partición del país o para ganar influencia, y otros han intentado usar hasta cierto punto la presencia de tropas francesas para legitimar ese argumento. Pero la población no compra esa versión. Incluso aquí en Ndele, con fuerte mayoría musulmana, hay alrededor de un 15% de cristianos y no se producen problemas religiosos. Parte de nuestro propio equipo está formado por cristianos y no hemos detectado problema alguno por ello. Es cierto que hay otras ciudades en que el grado de violencia ha sido mayor y eso genera resentimientos entre comunidades, pero el origen del conflicto no es religioso.
¿A nivel sanitario cuáles son los principales déficits?
La estructura sanitaria del país está destrozada y los servicios han sido en buena parte asumidos con apoyo de MSF, pero el reto a largo plazo es que las autoridades retomen la gestión de salud y asuman sus responsabilidades. Ahora hay una enorme necesidad de salud primaria, no hay prácticamente nada. Son habituales las diarreas, infecciones respiratorias y cutáneas. Todo se ve agravado en la época de lluvias por el habitual aumento de casos de malaria.
Otro campo en el que hay mucho por hacer es el de la atención por el impacto psicológico que todo este tiempo de conflicto empieza a dejar en la población, y que se suma a problemas preexistentes como la enorme extensión de la violencia de género.
¿Y qué presencia mantiene la medicina tradicional?
Esta es una región aislada y los conocimientos relativos a la medicina tradicional están muy asentados y a veces cuesta luchar contra determinados prejuicios. Por suerte buena parte del equipo está formado por personas locales familiarizadas con esta realidad y que saben cómo manejarla. Aun así, hay mucho que hacer en términos de salud comunitaria y de explicar a la población los beneficios de acudir a los servicios de salud.