El trabajo de un enfermero en Guatemala: una historia de compromiso, humanidad y esperanza

Fidencio Sebastián es enfermero de Médicos Sin Fronteras en Guatemala. Desde pequeño, siempre quiso ayudar a las personas con necesidades; por eso, decidió estudiar la carrera de enfermería, con el objetivo de ayudar y servir. En este texto, nos cuenta sobre los inicios del proyecto y su experiencia en la organización.

Escuché de Médicos Sin Fronteras (MSF) por las redes sociales y me maravilló la labor que realizan y su misión social, que va relacionada con la mía: la de atender a las personas más vulnerables. En ese momento me propuse formar parte de este gran equipo y busqué la oportunidad de trabajar en la organización en Guatemala.

Enfrentando la realidad en Guatemala

Personas migrantes se dirigen hacia el norte para intentar cruzar por peligrosos puntos informales en Guatemala.
Todos los días, en Tecún Umán, miles de personas que se dirigen hacia el norte intentan cruzar por peligrosos puntos informales, lejos del radar de las autoridades de migración. Muchos otros emprenden el viaje hacia sus países de origen tras haber sido deportados de Estados Unidos o México. © Esteban Montaño/MSF

Desde finales del 2021 formo parte del equipo de MSF en su proyecto de atención a personas migrantes en Guatemala. Iniciamos actividades médicas y humanitarias con una mesa y varias sillas.

Utilizaba una mochila de emergencia que tenía lo esencial, como el equipo médico. Además, suministros de medicamentos básicos para brindar la atención primaria a las personas en tránsito hacia Estados Unidos.

La primera consulta que realicé me impactó mucho, porque fue el inicio de muchas historias sin un final feliz. En ese momento entendí la importancia del trabajo humanitario y de estar en los lugares donde las personas más lo necesitan.

Como parte del equipo de atención en salud, nos convertimos en un respiro, un espacio seguro para estas personas que han viajado cientos de kilómetros en condiciones difíciles y que van tras el objetivo de tener una vida digna, segura y tranquila para ellos y su familia.

Los equipos de MSF ofrecen atención médica básica y salud mental. Realizan promoción de la salud y brindan orientación a través de trabajadores sociales. Proporcionan agua potable y coordinan derivaciones con otras organizaciones. Estas acciones se realizan en la frontera entre Guatemala y México, dirigidas a personas en movimiento. © Esteban Montaño/MSF

Durante estos años, he visto el crecimiento del equipo de migración para responder a las diferentes necesidades que tienen las personas en la ruta. He visto la flexibilidad del equipo para iniciar a trabajar a las 5:00 am, adaptarse a la apertura y cierre de diferentes puntos de atención. Todo esto precisamente para responder a las grandes necesidades de la población en movimiento.

Uno de los retos más grandes es no poder atender a todas las personas que migran y responder por completo a sus necesidades, porque son muchas y muy variadas. También nos enfrentamos a barreras idiomáticas, pero eso no nos ha impedido prestar atención a personas de Haití o del continente africano.  

Por otra parte, también existe el reto de escuchar todas las historias, unas más tristes que otras, sin perder nuestro lado humanitario. No debemos normalizar la violencia y sacrificios que han sobrevivido los hombres, mujeres, adolescentes y niños y niñas, porque nadie debería pasar por estas cosas.

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Historias que dejan huella

Cindy Morales durante una consulta de salud mental en la terminal de buses de Tecún Umán. Una pareja acaba de ser deportada desde México y están esperando apoyo económico de sus familias para continuar el retorno hacia El Salvador. © Esteban Montaño/MSF

Tengo muy presente la historia de una mujer de 24 años con un niño de tres años. Ellos salieron de su país por miedo a la violencia que se vive y la falta de oportunidad de un trabajo digno. Recuerdo que me contó esto:

“En mi país no puedo darle una vida digna a mi hijo, no tengo oportunidades para darle una buena alimentación y el día que tomé la decisión de iniciar el viaje fue porque intentaron violarme y hacerle daño a mi hijo. Ese mismo día agarré unas prendas y el poco de dinero que tenía. Así fue como empezamos el viaje, pero nunca pensé que sería tan difícil esto, cruzar la selva con mi hijo y que lo secuestraran allí. Pensé que lo había perdido porque no tenía dinero para pagar el rescate. Una de las personas me ofreció sacarlo a escondidas, pero debía tener relaciones sexuales con él. Entendí que era la única forma de recuperar a mi hijo y lo tuve que hacer. Nunca se lo conté a nadie y no busqué ayuda”.

Así como esta historia hay muchísimas más.

Mi trabajo como enfermero en Guatemala me ha hecho ver el sufrimiento de la población y a la vez ser una luz de esperanza entre tanto caos. He visto el agradecimiento de las personas a las que atiendo y no solo en palabras, sino reflejado en sus rostros. Sé que a través de nuestros cuidados muchas personas encuentran alivio.

Salvar vidas donde nadie más llega

Fidencio Sebastián (a la derecha en la imagen), junto a sus compañeras y compañeros del equipo de MSF en Guatemala, en el proyecto de atención a personas migrantes. © MSF

“Médicos Sin Fronteras me ha salvado la vida y ustedes deberían estar en todos los países del mundo”, me dijo una señora que venía descompensada y llevaba meses sin su tratamiento médico. Por esta razón, la independencia con la que trabaja MSF es muy importante. Podemos estar donde hay muchas urgencias médicas y humanitarias y atender a las personas que más lo necesitan.

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