A pesar de la inseguridad generalizada, debido a los violentos enfrentamientos entre grupos armados, el aumento de la criminalidad y la proliferación de minas terrestres, Médicos Sin Fronteras continuó brindando atención médica y asistencia urgente a las personas atrapadas en áreas remotas de las regiones de Mopti y Segú, concretamente en los distritos de Bandiagara, Mondoro, Koro, Douentza, Ténenkou y Niono. Ampliamos nuestras clínicas móviles para ayudar tanto a las personas desplazadas como a las comunidades de acogida en estas áreas, donde los servicios básicos son muy escasos.
También trabajamos con el Ministerio de Salud para tratar a pacientes graves con COVID-19 en Bamako y apoyamos la respuesta a la pandemia en todo el país, mientras manteníamos nuestro enfoque en la atención a pacientes con cáncer y los servicios pediátricos. En 2020, ampliamos nuestro trabajo en oncología, facilitando la detección y el diagnóstico tempranos de cáncer de cuello uterino y de mama en la capital y brindando tratamiento (con cirugía y quimioterapia cuando era necesario).
MSF siguió respondiendo a las epidemias, como los brotes de fiebre hemorrágica de Crimea-Congo en Douentza y de sarampión en Tombuctú, Ansongo y Douentza. En Tombuctú, lanzamos una campaña masiva de vacunación contra el sarampión. El pico estacional de malaria fue particularmente grave en 2020, especialmente en el norte, debido a las fuertes lluvias y los retrasos en las campañas de prevención. Mantuvimos nuestro apoyo a los servicios de nutrición y pediatría en el distrito de Koutiala y lanzamos un proyecto de emergencia en Tombuctú para ayudar con las pruebas y el tratamiento de la malaria.