A pesar de que el COVID-19 trajo restricciones para el acceso a la atención médica, a las que se sumaron las huelgas del personal sanitario, Médicos Sin Fronteras mantuvo sus programas en todo el país. En Nairobi, los servicios médicos, el asesoramiento telefónico para supervivientes de violencia sexual y de género, nuestra sala de traumatología y los servicios de ambulancia fueron un salvavidas para muchas personas, entre ellas las mujeres de parto.
En marzo, lanzamos en Kiambu nuestro programa médico para personas que consumen drogas, a las que ofrecimos terapia de sustitución con opioides, tratamiento para enfermedades como el VIH y la tuberculosis, apoyo en salud mental y cura de heridas.
En Homa Bay, nuestro equipo siguió trabajando para mejorar la atención a personas con VIH. Nos centramos en pacientes con VIH avanzado y en niños y adolescentes y la prioridad siguió siendo reducir la mortalidad en el hospital principal del condado, mediante una mejor identificación, manejo y seguimiento de los pacientes con afecciones críticas.
En el condado de Embu, trabajamos para descentralizar e integrar el tratamiento de enfermedades no transmisibles, como hipertensión, diabetes y epilepsia, dentro de los once centros médicos generales existentes. Asesoramos al personal del Ministerio de Salud para mejorar el tratamiento de estas enfermedades y garantizar la continuidad de la atención.
Nuestro proyecto en Likoni, en el condado de Mombasa, ofreció atención materna y neonatal. También asistimos partos y ofrecimos servicios prenatales y posnatales. En el campo de Dagahaley, que alberga a unas 70.000 personas refugiadas, gestionamos un hospital de 100 camas y dos puestos médicos. Nuestros servicios integrales, que también atendían a la comunidad de acogida, incluyeron salud sexual y reproductiva, cirugía obstétrica de emergencia, asistencia médica y psicológica a supervivientes de violencia sexual, asesoramiento psicosocial, tratamiento con insulina a domicilio, cuidados paliativos y derivaciones a especialistas.
En respuesta a la pandemia de COVID-19, gestionamos un centro de aislamiento de 40 camas dentro del campo y capacitamos al personal de la sanidad pública en los condados de Garissa y Wajir en materia de prevención y control de infecciones, detección de casos sospechosos y recogida de muestras con hisopos.