En Burundi 1.100 mujeres de cada 100.000 mueren durante el parto

Con motivo del Día Internacional de la Mujer, presentamos un informe sobre las dificultades que tiene ser madre en un país como Burundi. Es sólo un pequeño ejemplo de los miles de problemas específicos a los que día a día tienen que enfrentarse millones de ellas, pero es una muestra de la valentía y fuerza […]

Con motivo del Día Internacional de la Mujer, presentamos un informe sobre las dificultades que tiene ser madre en un país como Burundi. Es sólo un pequeño ejemplo de los miles de problemas específicos a los que día a día tienen que enfrentarse millones de ellas, pero es una muestra de la valentía y fuerza de tantas y tantas mujeres que luchan por salir adelante en entornos muy complicados.

En 2009, el centro de salud de MSF en Kabezi presto atención médica a unas 3.000 mujeres con complicaciones durante el parto o el embarazo. Burundi tiene una de las tasas de mortalidad materna y neonatal más altas del mundo.

En Burundi quedarse embarazada y dar a luz supone un verdadero riesgo y prueba de ello son las cifras que maneja la Organización Mundial de la Salud: la tasa de mortalidad materna es de 1.100 por cada 100.000 nacidos vivos y la tasa de mortalidad neonatal es de 41 por cada 1.000 nacidos vivos. Para tratar de reducir estas demoledoras estadísticas, Médicos Sin Fronteras gestiona desde 2008 un centro para urgencias obstétricas en la ciudad de Kabezi, al sur de la capital del país, en el que proporciona atención médica especializada a las mujeres que tienen complicaciones durante el embarazo y el parto.

“Más de 200 bebés nacen aquí cada mes. El objetivo del proyecto es sobre todo reducir la mortalidad de las madres y también la de los recién nacidos”, explica la comadrona de MSF Ann van Haver. “La mayoría de mujeres que fallecen por las complicaciones de su embarazo mueren durante el parto o durante la primera semana después del mismo. Por esa razón prestamos atención urgente a las mujeres y tratamos a aquellas que tienen complicaciones obstétricas”.

El centro se ocupa de diferentes complicaciones, entre las que están las obstrucciones en el parto, el desgarro de las cicatrices de anteriores cesáreas durante el nuevo parto, las hemorragias antes, durante y después de dar a luz y la preeclampsia y la eclampsia, dos problemas muy comunes en todo tipo de embarazos, pero que pueden llegar a causar en la paciente hipertensión arterial, edemas y proteinuria (exceso de proteína en la orina). La eclampsia puede conducir además a que aparezcan convulsiones, a que se produzca una insuficiencia cardiaca o incluso a la muerte de la madre y el bebé. Por ello, en casos de emergencia, una cesárea a tiempo o una intervención rápida pueden llegar a salvar la vida tanto de la madre como del niño.

Algunos de los niños que nacen en el centro son prematuros y “entre otros tratamientos, se les aplica el método canguro, mediante el cual se arropa bien al niño cerca del pecho de la madre para que el contacto corporal le proporcione el calor que necesita. El efecto es parecido al que proporciona una incubadora y al mismo tiempo, reconforta tanto a la madre como al niño y estimula la producción de leche materna” añade Ann van Haver.

Un sistema de salud que aún arrastra los problemas derivados de la guerra civil

El sistema de salud en Burundi todavía arrastra las consecuencias de la guerra civil en la que el país se vio sumido de 1993 a 2006. Como no hay un sistema de referencia operativo para casos urgentes, y dado que la gente no puede pagar por los servicios médicos, sólo la mitad de las mujeres en Burundi cuentan con la asistencia de personal competente durante el parto. Además, la atención obstétrica urgente no siempre está disponible y la calidad de los servicios es muy pobre.

Servicio de ambulancias las 24 horas del día

El centro de Kabezi ofrece servicios a gran parte de la población de Bujumbura Rural, un área de una enorme extensión que se encuentra situada junto al lago Tanganika. Las mujeres son trasladadas desde su centro de salud local hasta el centro de Kabezi en unas ambulancias de MSF que están en servicio las 24 horas del día. Debido al mal estado de las carreteras, a algunos centros de salud de las zonas más remotas no se puede llegar una vez que ha oscurecido. Por ello, en su lugar, las mujeres que corren el riego de padecer complicaciones en el parto son trasladadas al centro de salud más cercano que tenga una sala de hospitalización. Esto permite que al día siguiente, si surgen complicaciones, pueda ser referida fácilmente a Kabezi.

Fístulas: una complicación muchas veces evitable.

Una posible consecuencia de complicaciones no tratadas durante el parto son las fístulas obstétricas, que ocurren cuando se abre un orificio anormal entre la vagina y el recto, o la vagina y la vejiga y el recto. Las fístulas se desarrollan durante los días que dura un parto obstruido, y una vez que ha ocurrido, la resultante incontinencia fecal y urinaria, se convierte en algo permanente a menos que la fístula sea operada. A la mayoría de las mujeres que las desarrollan se les margina de la sociedad, pues son aisladas y estigmatizadas por todos y por eso una atención obstétrica urgente es de suma importancia para las pacientes.

Se estima que sólo en Burundi pueden llegar a darse unos 1.000 nuevos casos cada año y que hay unas 10.000 mujeres con fístulas no tratadas en el país.

En 2009, MSF organizó una campaña piloto para ofrecer cirugía a todas aquellas mujeres que padecen este problema y a través de ella trató a 30 mujeres. El éxito de esta primera campaña ha motivado que MSF haya abierto una clínica permanente para el tratamiento de fístulas en la ciudad de Gitega, en el centro de Burundi, donde un equipo podrá tratar a más de 350 mujeres al año. “Una vez operadas, las mujeres pueden volver a reanudar su vida normal y ser parte de nuevo de la sociedad”, comenta Ann van Haver.

Una niña llamada ‘Buenas Noticias’

Mary Nicizanye, de 30 años, ha dado a luz a una niña en la maternidad de Kabezi. Han pasado cuatro días desde entonces y ahora ambas se encuentran recuperándose en la sala de hospitalización de la clínica.

Mary vino en ambulancia desde su centro de salud local porque allí no tenían medios para hacerle la transfusión de sangre que necesitaba. Al llegar, los médicos comprobaron que estaba muy desnutrida, así que quedó ingresada ya unos días antes de dar a luz.

La pequeña recién nacida está durmiendo en el regazo de su madre envuelta en una tela de colores que le han dado en la maternidad. Cuando nació estaba anémica y por debajo del peso normal y durante los primeros días tuvo muchos vómitos, pero poquito a poco ha ido recuperándose y ahora ya está mucho mejor.

Mary también se siente mejor. Sus labios han recobrado el color y la hinchazón de sus piernas ha disminuido hasta el punto de que ya puede andar de nuevo. “Si no hubiese venido a la maternidad, mis hijos hoy no tendrían madre”, afirma Mary, que ahora tiene cinco hijos.

La madre de Mary ya está ejerciendo de abuela y también está sentada sobre la cama. Ella fue quien llevó a Mary al centro de salud local y como muchas otras abuelas en el centro, la madre de Mary se ocupa de su hija y cocina la comida proporcionada por el centro de Kabezi.

Mary está feliz por la ayuda que ha recibido para traer a su hija al mundo sin peligro y por el trato que le han dispensado, pero no sabe qué le espera cuando regrese a casa…. su marido no quería saber nada de ella cuando enfermó y ni siquiera sabe que está en Kabezi y que ya ha dado a luz.

Pero ahora mismo, lo más importante para Mary y para su madre es que la pequeña está viva y que esté recuperando la salud. Le han puesto por nombre Nduwakezam, que en Kirundi, la lengua local, significa ‘Buenas Noticias’.

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